
Imagen: filmaffinity
Afirma Jon Sistiaga, el director irundarra del documental A lomos de La Bestia, que, para alcanzar el sueño americano, antes hay que sobrevivir a la pesadilla mejicana, porque el país azteca es la ruta obligada para las personas que quieren entrar ilegalmente en los EE. UU., lo que la convierte en el mayor corredor mundial de la inmigración. Muchas de dichas personas viajan sin documentos, con lo puesto, para evitar ser deportadas. Son migrantes sin nombre, invisibles, desheredados que entran ilegalmente por Guatemala. Atraviesan 5.000 kilómetros en dirección norte subidos en trenes de mercancías, llamados La Bestia, que circulan entre la frontera guatemalteca y la estadounidense. Unos trenes en los que son asaltados, robados, torturados o secuestrados y en los que siete de cada diez mujeres son violadas. Nadie está a salvo y además los carteles de la droga no tienen piedad a la hora de explotar los flujos migratorios.
Los migrantes, que viajan en grupos y proceden mayoritariamente de Guatemala, Honduras, Nicaragua y El Salvador, saben de antemano que van a arriesgar sus vidas, sus escasos ahorros y su dignidad. También que van a sufrir las consecuencias del dilema “plata o plomo” con el que los narcotraficantes, inmersos en una cruenta guerra por el territorio y los recursos, chantajean a sus víctimas.
Los datos oficiales dicen que 400.000 migrantes, de los que unos 20.000 son secuestrados, viajan cada año en La Bestia. Un viaje “gratuito” que se realiza en condiciones extremas, a la intemperie, a oscuras, pasando frío, hambre e intentando por todos los medios no ser vencidos por el sueño para no caerse de los vagones, porque son trenes que mutilan, matan y olvidan en fosas comunes. Esto es así, porque otros medios de transporte, como el autobús, resultan inalcanzables por el precio de sus billetes y les exponen a un mayor número de controles, con el consiguiente riesgo de deportación.
Entre tanta desgracia es de justicia señalar que hay personas y organizaciones que altruistamente brindan su apoyo, como la Iglesia Católica, que proporciona albergues; los Grupos Beta, que se encuentran a lo largo de las vías para ayudar y asesorar; o Las Patronas, mujeres que se dedican a preparar bolsas de comida y agua a diario para repartirlas al paso de los trenes a unas personas que en muchos casos acabarán sufriendo el “síndrome de Ulises”, es decir, la pérdida de familia, cultura y tierra.
Tras el visionado de A lomos de La Bestia se infiere que no hay muro lo suficientemente alto, ni valle lo suficientemente profundo, ni río Bravo lo suficiente ancho que pueda frenar las ansias de huir del hambre, la miseria y la violencia estructural de algunos países. Y en dicha tesitura, La Bestia, un auténtico tren de la muerte, es la única esperanza de miles de migrantes para alcanzar un futuro mejor en el norte.
FICHA TÉCNICA:
- Título: A lomos de La Bestia
- Director: Jon Sistiaga
- Guion: Jon Sistiaga
- Música: Daniel Rodrigo
- Fotografía: Mario Lastra
- País: España
- Año: 2011
- Duración: 52 minutos
- Género: documental
Muchas gracias, Víctor
Muy instructivo como siempre
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Lamentablemente lo que nos cuenta “A lomos de La Bestia” es una realidad que está ahí y que no podemos soslayar. Muchas gracias, Ángeles, por tus amables palabras.
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Tu artículo nos lleva a visualizar el documental «A lomos de La Bestia» y mostrar un viaje que plantea la dura y cruda realidad de los migrantes. La Bestia, un tren que aúlla durante su recorrido; que se cobra vidas humanas y amputa brazos y piernas.
Gracias, Víctor
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Al ver documentales como «A lomos de La Bestia» inevitablemente vienen a mí los primeros versos de la canción «El lado oscuro», de Jarabe de Palo, que dicen: «Puede que hayas / nacido en la cara buena del mundo», y pienso en lo afortunados que somos por haber nacido donde lo hemos hecho. Muchas gracias, Lucía, por tu reflexión.
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